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La autoestima de los adolescentes en el entorno escolar

Una investigación bibliográfica de Jefferson Álvarez Iñaguazo, estudiante; y Karina Rojas Carrión, docente de la carrera de Psicopedagogía de la Universidad Nacional de Loja. 

La autoestima es un concepto que en las últimas décadas ha desbordado el ámbito científico para convertirse en una variable de uso frecuente, que pretende explicar el éxito, el fracaso, y las circunstancias que caracterizan la vida de una persona en todas las etapas del desarrollo (Enríquez, 2018).

Una de las etapas más críticas en el desarrollo de la valía propia, es la adolescencia, aquì la autoestima es un factor determinante para el desarrollo de la personalidad, salud mental y adaptación al medio; invadir este espacio vital ocasiona repercusiones en las relaciones interpersonales, ansiedad, escasa adaptación y déficit en el rendimiento escolar, entre otros, (Ojeda & Cárdenas, 2017). 

En las instituciones educativas es común observar adolescentes con baja autoestima, La Organización Mundial de la Salud OMS  (2018) indica que una de cada cuatro personas entre 7 y 17 años tiene baja autoestima y reconocen sufrir síntomas de estrés postraumático, ansiedad y depresión, según una encuesta realizada a 25.000 estudiantes. Más de la mitad de ellos (51%) dice tener muy pocas personas de confianza. El 32% afirma que, a veces piensa que “soy malo o que no tengo remedio”. Un 28% dice “no me gusta como soy”. Un 23% asegura que “si volviera a nacer, me gustaría ser diferente de cómo soy”. Un 20% considera “soy más débil que los otros”.

Este escenario en la mayoría de casos, ocurre por situaciones comunes de la convivencia educativa, como la limitación en la comprensión de alguna asignatura o por acoso escolar. Estos conflictos ocasionan retraimiento social, afectación directa de la afectividad y disfuncionalidad personal y académica. 

Un adolescente que tiene baja autoestima a veces no estudia porque no está seguro que su esfuerzo tenga una recompensa, están tan acostumbrados al “fracaso” que prefieren no tomarse la molestia, los padres y docentes contribuyen desafortunadamente con esto, al estigmatizar constantemente lo que el estudiante no puede hacer y desestimando sus capacidades. (Bosque, 2020).

Todo esto evidencia que el sistema educativo y la sociedad en general, está llamado a responder objetiva y eficientemente ante esta problemática, garantizando la estabilidad social, personal y académica de los educandos, en pro de su desarrollo integral. 

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